11 de abril de 2012

Pasión, deseo, placer, amor... locura.

Ella apoyó su cabeza sobre mi torso. Mi corazón, débil, latía con todas sus fuerzas como si quisiera salirse de mi propio pecho. Pero la tranquilidad que ella demostraba suavizó mis latidos. Pude sentir la paz que el placer emanaba. Tanta tranquilidad hizo que mis ojos se cerrasen por un momento. Puse una mano sobre su cuello y lo acaricié con cariño. Contemplé su delicado rostro, el contorno de su nariz y sus ojos cerrados, su precioso pelo, las comisuras de sus dulces y delicados labios… Cerré los ojos solo para intentar sentirla aún más cerca. Todo estaba oscuro, por la ventana solo entraba un pequeño rayo de luz. Verla en la oscuridad, entre las hermosas sombras, hizo que pareciera aún más bella. Adoro acariciarle el cuello, pues es su punto débil. Pasé las yemas de mis dedos suavemente desde su nuca hasta su suave pecho, acariciando ligeramente su cuello. Sentía como su piel se erizaba bajo mis dedos con cada caricia. Deseaba poder pasar toda una noche así, junto a ella, sintiendo su esencia, dándole placer solo a base de caricias, y no dormiría ni un segundo. Me quedaría despierta contemplando su belleza, viéndola dormir, dándole cariño hasta que el sol volviese a deslumbrarnos al día siguiente. Al levantarnos, me acerqué a ella, acaricié su cara y la besé sin apartar mi mano de su cuello. El placer me dominó cuando mordió suavemente mi labio, haciéndome suya. En ese beso lleno de toda la pasión y el deseo, nuestros labios jugaban a acariciarse y a darse todo el amor contenido durante toda la tarde. Cada vez que ella mordía mis labios, mi respiración se aceleraba hasta tornarse brusca y entrecortada y automáticamente todos mis sentidos intentaban devolverle el placer acariciándole el cuello con más pasión, llegando a su nuca y agarrando suave pero apasionadamente sus cabellos. Sentía hervir mi sangre en el deseo de besar su cuello. Mi lengua buscaba la suya, la acariciaba y repasaba sus labios con timidez y suavidad. Todo el placer hacía temblar mi cuerpo  y solo deseé que esa sensación no desapareciera nunca. Sin duda, es la mejor sensación que he podido experimentar. Estar besando a esa persona en la oscuridad, solas ella y yo, dándole placer, haciéndole sentir todo lo que siento yo por ella, demostrando todo mi amor y mi deseo en un beso. Con tan solo el contacto de unos labios que se desean, dispuestos a darlo todo en una misma acción. Es un placentero momento puramente romántico y apasionado, y a la vez tan inocentemente bello. Nada de sexualidad, ni de sentimientos vacíos. Todo amor, deseo y placer, y con ello, locura. Sus labios son los más puros e inocentes que los míos han llegado a probar. Y que ella me devuelva todo eso, es increíble. Adoro que me domine al morder mis labios, tomando por completo el control sobre mi cuerpo. Y que nuestras lenguas jueguen a amarse hacen que nuestros suaves y hermosos besos sean más apasionantes. Sentir como nos fundimos al fundir nuestros labios, nuestras lenguas, el placer que eso conlleva. Y soy más suya por momentos. Deseo el momento en el que se haga con mi cuello, mis pulsaciones romperán mis venas y la sangre fluirá entre ambas sin derramar ni una sola gota. Imaginarlo es casi tan excitante como nuestros besos. Esos labios, esos colmillos que muerden mi labio y hacen que mi sangre se funda en mis venas, probarán mi cuello para hacerme eternamente suya al fin. Pero en cuanto nos despedimos aquella noche, como cada vez que nos vemos, lo único que podía pensar era que tenía que separarme de ella y seguir sufriendo y echándola de menos desde aquél mismo momento. Quisiera abrazarla y no dejarla ir, nunca. Protegerla con mis brazos, amarla, darle placer tan solo con mis labios. Y cada despedida es peor a la anterior. Cada vez que nuestros cuerpos se separan, mi alma se hace añicos. Y mi corazón deja de latir esperando su regreso. Mantenemos el calor con la imaginación y las palabras. Intento sobrevivir como puedo hasta que hasta la próxima vez. Y así, siempre. Todo es duro y cruel cuando necesito sus labios, sus besos o simplemente estar entre sus brazos. Toco mi cuello, noto mi pulso y recuerdo su tacto sobre el mío, mi tacto sobre el suyo. Recuerdo mis irresistibles ganas de besar su cuello, de que ella muerda el mío. Quisiera que hiciera sangrar mi cuello con un placenteramente doloroso mordisco. Como ella lo describe, dejar que la sangre caiga sobre mi cuello hasta mi pecho y dejar que ella lo repase, lo saboree con la lengua. Deseo, pasión, dolor, placer, amor…

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