29 de abril de 2012

Mis pequeños placeres.

Muchas veces me paro a pensar en los pequeños placeres de la vida. Adoro hacer listas, y ayer hice una.
Para mi, mis pequeños placeres del día a día son:
- Ahogar tus problemas bajo el agua caliente de la ducha, que te absorve de todo y te calma de una forma... Ponerse bajo el agua que cae a pensar en tus cosas...
- La música. Ponerte los cascos con la música a tope, cerrar los ojos y dejar que llene por completo tu mente, tus sentidos. Olvidarse de todo con solo el poder de escuchar una buena canción. Además, hay canciones para cada momento.
- Las sonrisas. Que alguien sonría gracias a mi, me hace sonreir. Ese pequeño gesto que dura tan solo segundos, pero que es tan gratificante... Sobretodo si viene de alguien especial, que te arregla todo un día con una sola sonrisa.
- El amor. Estar con esa persona, sintiéndola, sintiendo sus caricias, no poder quitarle la vista de encima, besarla, abrazarla, cogiendo su mano, oliendo su perfume, recorrer su piel con la yema de tus dedos, darle placer, amarla... Cada palabra que te dedica o que le dedicas, cada mirada, cada sonrisa, cada gesto que tanto te enamora. Es uno de los mejores placeres de la vida el querer a alguien de esa forma. Ser feliz solo al verla, sonreír cuando ella sonríe, llorar cuando ella llora. Pensar en ella a todas horas, soñar con ella, recibir sms's suyos, dedicarle canciones y que ella te las dedique. Escuchar esas canciones que tanto te recuerdan a ella, escribir por y para ella. Pasarte horas pensando "¿Qué estará haciendo?", sentirte identificada con canciones y películas de amor... No ser capaz de recordar cómo eras cuando no estabas enamorada de ella... Grandes placeres que te llenan día a día, como un mensaje de 'buenos días'. Desear toda una vida con ella, imaginar momentos que esperas que un día se hagan realidad.
- La amistad. Tener a alguien que sabes que va a estar a tu lado pase lo que pase. Alguien que esté ahí cuando el amor falle. Alguien que cogerá tu mano cuando caigas. Alguien a quien molestar sin que se enfade, con quien cada insulto es algo cariñoso. El placer que implica sonreír cuando estás con tu mejor amiga, no se puede medir con palabras.
- Escribir. Poder decir en un escrito lo que no puedes decir con palabras. Desahogarte sobre un papel, y que luego todo quede marcado con tinta. Escribir lo que piensas y sientes, lo que no te atreves a decir. Lo que no tienes fuerza para expresar. Desangrar tu corazón sobre un papel para decir lo que con palabras no puedes. Escribirle a esa persona para hacerle saber lo que sientes. Poder dejar todos tus sentimientos y secretos sobre un papel sin el miedo de ser juzgada por ellos.
- El cine. Ver una buena película, una película que te marque, que te haga reír o llorar. Enamorarte de una película con la que te sientes identificada. Llorar, sentir algo viendo una película cuando no puedes desahogarte de otra forma. Esas películas que te marcan y te obsesionan, pasarte días guardando fotos y más fotos sobre ello. Enamorarte de los personajes, aprenderte los diálogos...
- La inocencia... La inocencia de un niño pequeño. Mirar a un pequeño y saber que no es consciente de todo el daño que hay en el mundo. No tiene preocupaciones porque vive en la ignorancia. Un niño pequeño no sabe qué es la tristeza, no sabe que es el dolor, ni la decepción, ni el amor. Recibir una sonrisa de tal forma de inocencia es, a parte de gratificante, confortante. Que un pequeño que ni siquiera sabe hablar te diga que te quiere solo con gestos. Los bebés no saben que te quieren, pero lo hacen, incondicionalmente. Sufrir cuando uno de ellos sufre... Son la viva imagen de la inocencia. No te juzgan, ni te mienten...Simplemente, viven.
- Leer. Es increíble como unas páginas, un libro, puede absorverte hasta otro mundo. Meterte en la piel de otra persona completamente diferente a ti, y sentir lo que esa persona siente. Llorar, sonreír con un solo libro. Libros como 'Lazos de amor' de Brian Weiss, hasta 'Las crónicas de Narnia'. Todos y cada uno de los libros son especiales y diferentes. Libros de Vampiros, de castillos, libros de amor, de fantasía... Desconectar del mundo al leer es un pequeño placer de la vida.

18 de abril de 2012

Tan solo un sueño...

17.04.12
Hoy he tenido el que podría ser el mejor sueño de mi vida. Para mí, los sueños son algo increíble, pues es lo único en nuestra vida que no podemos controlar. Solo somos vulnerables cuando dormimos. Y los sueños pueden influirte muchísimo. Si tienes una pesadilla, y duermes poco, solo una noche puede causarte un mal día, incluso insomnio. Por eso y porque no podemos controlar lo que soñamos, para mi son tan importantes. Y yo hoy, soñé con ella. Al principio de mi sueño, estaba yo en casa de mi abuela con un amigo al que realmente ni conozco. No sé su nombre, solo que era romántico, simpático, tierno y vestía muy bien. Era moreno de piel, alto. Teníamos una relación casi fraternal, y el escenario del sueño cambiaba de la casa de mis abuelos a una casa de madera decorada como una tienda de ropa. De golpe me vi en una habitación. Esa habitación era pequeña, con suelo de parqué. Solo había una cama con un ordenador en frente y una estantería. Allí, en esa cama, estábamos sentadas con el ordenador ella y yo. Yo le enseñaba cosas y las comentaba con ella. No había cobardía, ni timidez, ni complejos ni orgullo en esa habitación. Dejé el ordenador y me tumbé junto a ella. Ella estaba boca arriba y yo apoyada en la almohada con el codo, apoyando mi cabeza en mi mano, mirándola. Ambas hablábamos, reíamos. Acerqué mis labios a los suyos y le di un pequeño pero dulce beso. Ella se sentó junto a mi. Estábamos en pijama, en aquella cama con una sola sábana. Podía ver la felicidad de mis ojos reflejada en los suyos cada vez que nuestras miradas se encontraban. Hablábamos sobre películas, sobre qué habíamos hecho el día anterior, sobre nuestras amigas y sobre lo que sentíamos la una por la otra. Me dijo 'te quiero' varias veces al oído y yo no podía dejar de sonreír. Ver que ella tampoco dejaba de hacerlo me hacia aun más feliz. Nos besamos, sentadas las dos en aquel colchon, la una en frente de la otra, sonriendo incluso cuando nuestros labios se probaban. Con pequeños y cariñosos besos frecuentes, nuestros labios jugaban a acariciarse, a amarse. Me tumbé, y seguía mirándola y sonriendo. Deslumbrada por su perfecta y delicada belleza, no podía apartar mis ojos de ella. Solo mirarla era tan placentero. Ese momento era sin duda, perfecto. Ella fué hacia mi, con sus labios directos a los míos. Volvió a besarme y me abrazó, poniendo su cabeza sobre mi pecho, sobre mi corazón, sintiendo como éste intentaba romperlo y salir de él con bruscos latidos. Se calmó en pocos segundos. Cerré los ojos sin apagar mi sonrisa y le acaricié el pelo. La música sonaba en el ordenador, y la lista de reproducción hizo sonar la siguiente canción: Stranger, de Secondhand Serenade. Al oírla, mi sonrisa creció. Ella levanto la cabeza de mi pecho, y aún abrazándome, me miró y me besó. Se tumbó junto a mi y seguimos con el prolongado beso lleno de cariño, amor, ternura... acaricié su cuello y ella mordió mi labio inferior con delicadeza. Adoro cuando hace eso... ella puso una mano sobre mi corazón, que ahora latía con aún más fuerza. Así nuestros labios y sentidos siguieron jugando hasta que la canción acabó. Separamos nuestros labios, nos pusimos frente a frente y nos miramos a los ojos. Derramé una lágrima de felicidad, a la cual ella respondió con una sonrisa, haciéndome sonreír a mi también. "Tengo hambre", dijo. Se me ocurrió una idea. Salí de la habitación y volví a entrar con una tarrina de helado y dos cucharas. Volví a sentarme junto a ella, abrimos el helado y lo compartimos. La música sonaba por toda la habitación, haciendo que cada momento junto a ella fuera aún más perfecto. Compartimos cucharadas de aquel frío helado que nos hacía estremecer por el contraste con el ambiente templado de la habitación. "¿Sabes? Este está siendo el mejor día de mi vida." me dijo. "El mejor día y los mejores momentos de la mía, mi amor. Sin duda." dije yo. Sonrió y agachó la cabeza para ocultar su rostro ruborizado. Se la veía feliz... Bueno, lo era. Me sentí feliz y orgullosa en aquél momento. No había palabras para describirlo. Deseé que ese día no acabara nunca. La habitación iluminada por el ventanal fue tornándose oscura a medida que la noche se acercaba. Volvimos a tumbarnos, cara a cara, agotadas. Nos miramos a los ojos y se durmió en cuestión de minutos. Pasé la noche mirándola, abrazándola, acariciando su pelo y su cuerpo. Amaneció junto a mi, y con una sonrisa le susurré "buenos días, princesa". Ahí, justo ahí, acaba mi sueño. Quise llorar al darme cuenta de que no había sido más que eso, un sueño. Me entristecí solo de pensarlo, y sentí rabia. Pero ahora ha quedado aquí, escrito en forma de recuerdo. Lo recordaré hasta que, algún día, se haga realidad. 

12 de abril de 2012

Vampiros.

Él es el dueño de la noche. Se oculta en su cripta durante el día, rehuye de la luz del sol. Un solo rayo solar puede fulminarle, dejarle hecho polvo literalmente. En su cripta todo es de piedra. No puede correr el riesgo de ser herido por la madera. Todos le temen, pero él... él desconoce el miedo. Es fuerte, rápido. Capaz de matar al más grande ser humano antes de dejarle articular palabra. Busca la sangre, la huele, la nota a kilómetros. Su sed se torna insaciable. Arrebata la vida a aquellos que se le antojan. Gente que lo merece y gente inocente. Está solo contra el mundo, solo entre las sombras. Bebe hasta la última gota de sangre de sus víctimas. Bebe hasta la última gota de vida. Y eso le hace fuerte. Casi todos desconoces su existencia. Muchos viven atormentados, con miedo a ser los siguientes. Otros desean vivir junto a él eternamente. El precio para pertenecer a la oscuridad es nuestra propia vida. Y aquél que no aproveche cada momento se arrepentirá. Pero incluso la más cruel criatura tiene un punto débil. Su debilidad ante la mortalidad, lo hace más vulnerable pero cruel a la vez. Una criatura hermosa, de tez pálida. Junto a él todo es dolor, placer, deseo, sed de sangre. El excitante y placentero dolor de un mordisco, sentir como se lleva tu esencia, como absorbe tu vida, bebiendo cada gota de sangre que contienen tus venas, acabando con tu pulso, debilitandote por momentos. Puede hacerte suyo solo con mirarte a los ojos. Sus ojos se tornan rojos con su sed de sangre. Los vampiros aman hacer el amor con dolor y la pasión constantes que conllevan estar succionando la sangre del otro. Lo hacen con humanos para sentirse más poderosos. Los vampiros no se excitan con desnudos, ellos ven más allá. Ven el arte del perfecto cuerpo de los humanos, tan débiles y vulnerables. Ellos se excitan con la sangre. Él tiene un cuerpo desnudo de una bella mujer de rostro pálido y solo desea hacerla suya al poseer su cuello. Todo lo que hace un señor de la oscuridad, es arte. Arte, morboso y masoquista arte. Ven la belleza de un cuerpo, de la sangre. Desean oír los latidos de un corazón humano. Su corazón no late, y su nostalgia hacia la mortalidad hace querer pasar su dolor a aquellos que pasan por alto los latidos de un corazón. A aquellos que no se dan cuenta de la belleza del sol, de un amanecer que pasan por alto día a día. Por fuera es duro como una piedra, pero muy en el fondo solo hay dolor. Eso les hace desear el dolor de los demás. Un vampiro solo puede temer al dolor. Cualquier mínimo de humanidad en ellos puede hacerlos sentir. Los vampiros cuando se enfadan, se enfadan de verdad; pero cuando se enamoran... El amor es para ellos un sacrificio que no se pueden permitir. Los enemigos naturales, los licántropos, pueden acabar con ellos. Pero solo durante dos días al mes, en la luna llena. El resto del mes, son débiles ante ellos. Todo es débil ante ellos. El vampiro es puro arte. Es excitante imaginar cómo debe sentirse uno al notar los colmillos de uno de ellos en su propio cuello. Succionando la sangre con un excitante dolor, sintiéndose débil por momentos. La lujuria lo es todo para ellos. La sed de sangre es todo deseo, incapaz de contener. Puede tener a quien quieran, cuando quieran. Matan por sangre, viven por ella. Él es un alma solitaria, ronda por las calles de noche, entre las sombras, cuando sus enemigos y sus presas son más débiles. Se llevan el alma de sus víctimas. Y las vampiresas... ellas son pura pasión, pura sexualidad, puro deseo. Ellas se dejan llevar por su lujuria, su sed de sangre. Su fría y pálida piel las hace siempre más hermosas, y sus perfectas curvas hacen que ellas sean perfectas. Hacen que los hombres deseen su cuerpo, hombres y mujeres. Tienen tendencias bisexuales. Ella desea tu cuello, desea hacerlo suyo, lamer la sangre de tu yugular cayendo sobre tu pecho, sobre el resto de tu cuerpo. Te roban el alma y se llevan tu inocencia y tu pureza. Te llevan al lado oscuro, te matan de placer literalmente. Hacen que las desees más y más, muerden tus labios para probarte. Él sabe lo que hace y actúa con precisión y prudencia. Ella es salvaje, se deja llevar. Ella solo... actúa.



11 de abril de 2012

Pasión, deseo, placer, amor... locura.

Ella apoyó su cabeza sobre mi torso. Mi corazón, débil, latía con todas sus fuerzas como si quisiera salirse de mi propio pecho. Pero la tranquilidad que ella demostraba suavizó mis latidos. Pude sentir la paz que el placer emanaba. Tanta tranquilidad hizo que mis ojos se cerrasen por un momento. Puse una mano sobre su cuello y lo acaricié con cariño. Contemplé su delicado rostro, el contorno de su nariz y sus ojos cerrados, su precioso pelo, las comisuras de sus dulces y delicados labios… Cerré los ojos solo para intentar sentirla aún más cerca. Todo estaba oscuro, por la ventana solo entraba un pequeño rayo de luz. Verla en la oscuridad, entre las hermosas sombras, hizo que pareciera aún más bella. Adoro acariciarle el cuello, pues es su punto débil. Pasé las yemas de mis dedos suavemente desde su nuca hasta su suave pecho, acariciando ligeramente su cuello. Sentía como su piel se erizaba bajo mis dedos con cada caricia. Deseaba poder pasar toda una noche así, junto a ella, sintiendo su esencia, dándole placer solo a base de caricias, y no dormiría ni un segundo. Me quedaría despierta contemplando su belleza, viéndola dormir, dándole cariño hasta que el sol volviese a deslumbrarnos al día siguiente. Al levantarnos, me acerqué a ella, acaricié su cara y la besé sin apartar mi mano de su cuello. El placer me dominó cuando mordió suavemente mi labio, haciéndome suya. En ese beso lleno de toda la pasión y el deseo, nuestros labios jugaban a acariciarse y a darse todo el amor contenido durante toda la tarde. Cada vez que ella mordía mis labios, mi respiración se aceleraba hasta tornarse brusca y entrecortada y automáticamente todos mis sentidos intentaban devolverle el placer acariciándole el cuello con más pasión, llegando a su nuca y agarrando suave pero apasionadamente sus cabellos. Sentía hervir mi sangre en el deseo de besar su cuello. Mi lengua buscaba la suya, la acariciaba y repasaba sus labios con timidez y suavidad. Todo el placer hacía temblar mi cuerpo  y solo deseé que esa sensación no desapareciera nunca. Sin duda, es la mejor sensación que he podido experimentar. Estar besando a esa persona en la oscuridad, solas ella y yo, dándole placer, haciéndole sentir todo lo que siento yo por ella, demostrando todo mi amor y mi deseo en un beso. Con tan solo el contacto de unos labios que se desean, dispuestos a darlo todo en una misma acción. Es un placentero momento puramente romántico y apasionado, y a la vez tan inocentemente bello. Nada de sexualidad, ni de sentimientos vacíos. Todo amor, deseo y placer, y con ello, locura. Sus labios son los más puros e inocentes que los míos han llegado a probar. Y que ella me devuelva todo eso, es increíble. Adoro que me domine al morder mis labios, tomando por completo el control sobre mi cuerpo. Y que nuestras lenguas jueguen a amarse hacen que nuestros suaves y hermosos besos sean más apasionantes. Sentir como nos fundimos al fundir nuestros labios, nuestras lenguas, el placer que eso conlleva. Y soy más suya por momentos. Deseo el momento en el que se haga con mi cuello, mis pulsaciones romperán mis venas y la sangre fluirá entre ambas sin derramar ni una sola gota. Imaginarlo es casi tan excitante como nuestros besos. Esos labios, esos colmillos que muerden mi labio y hacen que mi sangre se funda en mis venas, probarán mi cuello para hacerme eternamente suya al fin. Pero en cuanto nos despedimos aquella noche, como cada vez que nos vemos, lo único que podía pensar era que tenía que separarme de ella y seguir sufriendo y echándola de menos desde aquél mismo momento. Quisiera abrazarla y no dejarla ir, nunca. Protegerla con mis brazos, amarla, darle placer tan solo con mis labios. Y cada despedida es peor a la anterior. Cada vez que nuestros cuerpos se separan, mi alma se hace añicos. Y mi corazón deja de latir esperando su regreso. Mantenemos el calor con la imaginación y las palabras. Intento sobrevivir como puedo hasta que hasta la próxima vez. Y así, siempre. Todo es duro y cruel cuando necesito sus labios, sus besos o simplemente estar entre sus brazos. Toco mi cuello, noto mi pulso y recuerdo su tacto sobre el mío, mi tacto sobre el suyo. Recuerdo mis irresistibles ganas de besar su cuello, de que ella muerda el mío. Quisiera que hiciera sangrar mi cuello con un placenteramente doloroso mordisco. Como ella lo describe, dejar que la sangre caiga sobre mi cuello hasta mi pecho y dejar que ella lo repase, lo saboree con la lengua. Deseo, pasión, dolor, placer, amor…